lunes, 8 de diciembre de 2008

A un amigo que ya no está

Han transcurridos los eventos
y los cuerpos y las almas;
han evolucionado.
Tú no.
Estás colgado
en la memoria insipiente
de los queridos errantes
seres mortales.
-
Podrán decir mil frases hechas:
ninguna me servirá
porque ya no estás.
Ya no estás, pero a la vez estás;
porque surge tu imagen intermitente,
pero sé que esa imagen no cambiará,
porque ha quedado congelada en el tiempo,
en el tiempo prematuro
que me abrazaba tu calor.
Sé también que quedarán
anécdotas que no serán
y se me parte el alma de entender,
entender que ya no estás
y no estarás.
Lo sé, ya no estás, pero a la vez estás.
Aunque no estás.
Porque hoy hay un amigo
que ya no me dice
con su boca directa:
te quiero, sabés que sí.
Con esas mismas palabras
sin remordimientos
que también sabían decir:
esto lo hacés mal, sabes que sí.
Y me duele comprender
tu partida indeseable,
y sentir que en un punto,
donde se unen la esperanza y la desesperación,
estás enseñándome qué vale la pena y qué no.
Y te pienso
y sé que aprendo a valorar,
valorar y disfrutar
de los que todabía están.
Y seguirán preguntándose muchas preguntas
y ninguna respuesta me aliviará
y se me parte el alma
y me duele comprender,
entender que ya no estás
y no estarás.
Aunque estás.
Porque te llevo dentro mío
y nunca te olvido.
Aunque a veces te olvido.
Lo sé, ya no estás, pero a la vez estás,
y te pienso y te extraño y te quiero.
Sabés que sí.

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